15/1/14

No odiemos a los ricos. Todos queremos serlo.

No odiemos a los ricos. Todos queremos serlo.

Hace algunas semanas hubo una pequeña polémica porque el piloto Jorge Lorenzo colgó un video en el que se veía lo lujosa que era su residencia, una mansión de 1200 metros cuadrados -piscina incluida- varias motos y un reluciente Mercedes. Lo tuvo que retirar debido a las críticas por “falta de sensibilidad” que recibió porque aunque todos sabemos que él, como muchos otros, están forrados, la mayoría prefiere no darse por enterado. Es una actitud infantil esa de “si no lo vemos es como si no existiera” pero es que además está relacionada con la enorme cantidad de prejuicios que muchos tienen hacia el que tiene dinero, ¿nos hemos parado a pensar si las fotos de celebraciones familiares al lado de una mesa repleta de comida que colgamos en facebook podrían herir la sensibilidad de cientos de millones de personas que sobreviven con menos de 2 mil kilocalorías al día? Y lo que importa es que para el bien común lo mejor es que Jorge Lorenzo –así como los 400 mil millonarios que parece existen en España- hagan ostentación de su riqueza y paguen el IVA de todo lo que adquieran y hagan ganar a aquellos que les proporcionan objetos y servicios.

Tenemos muchas ideas erróneas sobre los ricos, por ejemplo creemos que el que alguien tenga mucho implica que nosotros tenemos menos y es justo al contrario. Una persona con 1 millón de € genera unos impuestos, un consumo y, en resumen, unos empleos, que no generan un millón de personas con 1 €. Los ricos nos provocan envidia pero son beneficiosos para la sociedad. Sí, es injusto que algunos tengan más medios para triunfar en la vida desde la cuna; yo que vengo de una familia obrera lo sé muy bien, tuve que ponerme a trabajar en vacaciones desde muy joven mientras otros se pasaban los veranos en Inglaterra aprendiendo a hablar un inglés perfecto, ya en COU tuve que pasarme a nocturno porque ya tenía un trabajo mientras otros muchos acababan la carrera, seguían con masters y no tenían que preocuparse por ingresar dinero porque su padre tenía de sobra… pero ¿es culpa de ellos? y ¿No es acaso injusto que nos toque la lotería cuando millones juegan y aún así deseamos ser los afortunados? y ¿No es de hecho injusto que tengamos la ventaja de haber nacido en España en lugar de en Sudán? Si yo no me tengo que sentir culpable por nacer en Europa, no sé por qué la hija de Amancio Ortega tendría que hacerlo por ser su padre quien es. Lo que importa es que la riqueza de esa mujer no me hace a mi –ni a nadie- más pobre sino al revés.

El dinero es el principal incentivo por el que la mayoría madruga por las mañanas, no debería estar mal visto querer tenerlo ya que es bueno, sobre todo porque no tenerlo es malo, pero lo está. Y eso que curiosamente la mayoría de los ídolos más populares y queridos son millonarios porque nosotros así lo queremos. Es cierto que Messi o Julio Iglesias pueden tener una gran habilidad pero también la tiene un jugador de la selección española de waterpolo o alguien que canta en el coro del Teatro Real, nadie me puede demostrar que tenga más mérito ser portero de fútbol que de balonmano pero el gran público decide cual profesión se traduce en un mejor salario ya que primamos el espectáculo que más nos gusta. En el fondo no hay ninguna diferencia respecto a financieros, ejecutivos y empresarios que triunfan: lo hacen porque consiguen vender sus productos al gran público en competencia con otros que no lo consiguen. Algunos trabajan para ello toda su vida y durante muchas horas al día pero están peor vistos por la población que un joven que bota un balón, es contratado en la NBA y en unos pocos años amasa una gran fortuna que le permite no hacer nada más el resto de su existencia. Cuando leo críticas contra los que quieren más y más dinero, jamás entran en ellas individuos como Ronaldo, que cambia de equipo para ganar más, ¿qué diferencia hay con el fondo denominado “buitre” que compra lo que nadie más quiere buscando un mayor beneficio? La motivación es la misma.

Todos queremos más dinero, es hipócrita no reconocerlo cuando nos pasamos la vida jugando a juegos de azar y cuando muy pocos seguiríamos trabajando si no nos abonaran un salario (por desgracia son pocos los afortunados que trabajan por vocación y además no necesitan ingresos). El dinero es necesario y no es más que la materialización del antiguo trueque: conseguir algo a cambio de otra cosa (en estos tiempos, generalmente horas de trabajo a cambio de una trasferencia mensual) y soy el primero que no entiende por qué hay gente que tiene muchos millones pero no se relaja y sigue esforzándose por tener más. Yo no soy así, creo el dinero compra tiempo libre y si renunciamos al tiempo libre por conseguir dinero entonces pierde su sentido pero a la vez reconozco que gracias a esa “avaricia” ha avanzado más el mundo que no sería el mismo si Henry Ford o Bill Gates se hubieran conformado con su primer millón. Y en el fondo no debemos encontrar eso tan malo porque ¿Acaso creéis que Nadal, uno de los personajes públicos más queridos en España, conduce un Kía? No, lo anuncia porque, a pesar de ser ya millonario, prefiere tener más dinero (y por cierto, Kía se lo paga porque somos tan absurdos de dejarnos influir al comprar un coche por el famoso que lo anuncia).

En resumen, a todos nos gusta tener dinero, dedicamos mucho tiempo y mucho esfuerzo en conseguirlo pero, a la vez, nos suele molestar que los demás lo tengan y se les note. Es humanamente comprensible pero lo cierto es que el día que me toque el €millón y disponga de millones para gastar, seguro que a los que encargue una casa, un coche, un viaje de ensueño etc. etc. –y especialmente Montoro- estarán mucho más contentos que ahora que no los tengo, demostración empírica de que es mejor que yo sea rico a que no lo sea…pensando en el bien común.