14/3/13

Diferencias entre un timo piramidal y un esquema Ponzi


Burbujas, estructuras piramidales y correos encadenados, esquemas Ponzi… todos hemos oído hablar de estos término pero no siempre somos capaces de diferenciarlos. El término genérico para todos ellos es patrones de conducta financiera no sostenible, en los que los precios de los activos hoy no son coherentes con los precios de los activos de fechas futuras distantes. Este tipo de esquemas suelen implicar promesas de pago de un tipo de interés del 10%, 30%, 40% o 50 % al mes; los emprendedores que desarrollan estos esquemas siempre afirman que han descubierto una nueva fórmula secreta para conseguir estas tasas de retorno tan elevadas.

Cumplen el pago de los intereses prometidos durante los primeros meses con el dinero que reciben de los nuevos clientes que atraen con la promesa de elevadas tasas de retorno. Pero en el cuarto o quinto mes el dinero recibido de los nuevos clientes es inferior al dinero que han prometido a los primeros clientes y los emprendedores se van a Brasil, a la cárcel o a ambos sitios.

Tanto el esquema Ponzi como el timo piramidal prometen rendimientos extraordinarios a sus inversores, tan extraordinarios que deberían hacer sospechar pero esta sospecha de diluye a medida que los rendimientos son pagados rigurosamente y es aquí donde coinciden ambos sistemas, que funcionan mientra las salidas de efectivo se vean compensados por las entradas. Mientras crezca el número de “inversores”.
La diferencia básica se presenta en el tipo de productos que ofrecen a sus clientes estafadores y la estructura de las dos maniobras. Los esquemas de Ponzi se basan en servicios de gestión de inversiones fraudulentas – básicamente los inversores aportan dinero al “administrador de cartera” que les promete un alto rendimiento, y luego, cuando los inversores quieren recuperar su dinero lo reciben vía los fondos aportados por los inversores entrantes posteriores. El problema es que el rendimiento no existe ya que no ha actividades de inversión reales y si las hay no son tan rentables como dicen. Como ejemplos conocidos y recientes tenemos a Afinsa y Madoff.

Un esquema de pirámide se basa en que para que ése se sostenga, cada participante debe reclutar a nuevos participantes. A veces habrá un incentivo que se presenta como una oportunidad de inversión, tales como el derecho a vender un producto en particular (como el reciente caso de Herbalife). El destinatario tiene que compartir las ganancias con los que están en los niveles superiores de la estructura piramidal. El problema de estas estructuras es que muchas veces no se sustentan en la venta del producto si no en la captación de los nuevos inversores, algo que tiene un límite.
Respecto a los correos encadenados, son una forma concreta de acuerdo piramidal; el procedimiento consiste en que las personas reciben una carta pidiéndoles que envíen 1€ (o 10€ o 100€) al nombre que aparece en la parte superior de la pirámide y que envíen el mismo correo a cinco amigos o conocidos en un plazo de cinco días; la promesa es recibir 64€ en el plazo de treinta días por cada 1€ invertido. Ésto, que para vosotros puede ser un timo bastante obvio, sigue funcionando a día de hoy, sobretodo cuando no te tienes ni que gastar sellos, como ocurría antes.

La burbuja implica la compra de un activo, no por la tasa de retorno de la inversión, sino como anticipo por la venta del activo o título a otra persona a un precio aún superior; el término «el más tonto» se ha utilizado para sugerir que el último comprador siempre cuenta con encontrar a alguien a quien podrá vender la acción, el apartamento o los cromos de béisbol.

Los correos encadenados y las estructuras piramidales rara vez tienen consecuencias macroeconómicas, suelen afectar a segmentos aislados de la economía e implican la redistribución de ingresos de los últimos en llegar a los que llegaron primero. Las burbujas de precios de activos se han asociado con frecuencia a la euforia económica y al aumento tanto de las empresas como del gasto de los hogares porque el futuro parece mucho más prometedor, al menos hasta que la burbuja estalla.